Querido diario,
Hoy quiero hablarte de algo que siempre he llevado conmigo: los miedos. No es fácil mostrarse vulnerable, ¿verdad? Es como quitarse una armadura que llevo puesta desde hace mucho tiempo, esa que me protege del mundo, de las opiniones y, sobre todo, de los juicios.
La música ha sido mi refugio, mi manera de hablar sin tener que decir nada directamente.
Empecé en este mundo como un escape, como una forma de liberar todo lo que siento pero que muchas veces no puedo expresar con palabras. Siempre he sido una mujer reservada. No porque no quiera conectar, sino porque la vida me enseñó que confiar puede ser peligroso. Me ha pasado más veces de las que quisiera. Personas en quienes confié terminaron contando cosas que yo no quería compartir. Esa sensación de no tener el control de tus propias historias es difícil, y creo que por eso me volví más cerrada. Aunque me veas riendo, hablando con todos y siendo extrovertida, hay un lado de mí que guarda mucho. Soy así: hablo de todo, pero de nada que sea realmente mío. No diría que estoy siempre a la defensiva, pero sí aprendí a no esperar que las personas me traten como yo las trato. ¿Debería ser así? Probablemente sí, pero la vida no siempre funciona como quisiéramos. Hoy me doy cuenta de que escribir esto aquí, en estas páginas, es también un acto de vulnerabilidad. Tal vez sea el primer paso para abrirme un poquito más, para dejar que las personas vean un lado de mí que no suelo mostrar.
XOXO,
Valary
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